Las frutillas son deliciosas y versátiles, pero también muy delicadas. Si no se almacenan correctamente, pueden perder su frescura y descomponerse rápidamente.
Afortunadamente, con algunos cuidados simples, podés mantenerlas jugosas y en perfecto estado por más tiempo.
Evita el plástico y los envases cerrados
Aunque las bolsas plásticas y los tuppers cerrados parecen opciones prácticas, estos métodos atrapan la humedad, creando un ambiente ideal para que el moho crezca.
Las frutillas liberan naturalmente una pequeña cantidad de humedad que, al quedar atrapada, acelera el proceso de descomposición.
En lugar de usar plásticos o envases herméticos, optá por un recipiente ventilado o una caja de cartón. Estos permiten que el aire circule, reduciendo la acumulación de humedad.
Además, asegurate de que las frutillas estén completamente secas antes de guardarlas; cualquier resto de agua puede provocar que se pudran más rápido.
Revisión individual: el secreto de la duración
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